El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, organización dependiente de las Naciones Unidas y de la Organización Meteorológica Mundial y que viene realizando investigaciones sobre el tema desde 1988, ha publicado recientemente su último estudio en el que alerta de que el Cambio Climático es generalizado y que su avance es rápido y cada vez más intenso. Una confirmación más del consenso científico global sobre el cambio climático y sus efectos devastadores sobre el medio ambiente y sobre la vida en el planeta. Una nueva llamada a la acción para reducir drásticamente nuestras emisiones de CO2 y de otros gases de efecto invernadero.
Sin embargo, en un mundo en el que la postverdad campa a sus anchas en la mayoría de los medios de comunicación convencionales, los datos científicos ya no son suficientes a la hora de concienciar a la población sobre la magnitud de este problema medioambiental y de la urgente necesidad de realizar cambios estructurales en nuestros procesos de producción y consumo de bienes y servicios. No ya tanto para que se adopte un modo de vida individual más ecológico y sostenible, basado en la reducción del consumo y en los principios de la reutilización y del reciclaje, algo siempre importante y necesario. Sino para que la presión social colectiva comience a apuntar a los mayores responsables de acelerar el cambio climático: los dirigentes de las 100 empresas del mundo responsables del 71 % de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global. Una presión social necesaria y urgente para que los cambios económicos y políticos hacia una mayor sostenibilidad del planeta sean profundos y realmente transformadores.
Los datos científicos sobre el cambio climático están a nuestra disposición y son fácilmente contrastables. En un mundo ideal, la sola constatación de estas evidencias sobre el cambio climático debería ser suficiente para que todos luchásemos para atajar el problema medioambiental que tenemos delante. Sin embargo, si algo nos ha enseñado el cambio climático es que este mundo, y nosotros, los seres humanos, estamos muy lejos de ser perfectos. Y también que somos capaces de entrar en acción más por impulsos y emociones que por la mera observación de hechos contrastados. En este sentido y como toda iniciativa de concienciación es bienvenida ante un reto medioambiental del tamaño del cambio climático, hoy apelaremos a la emotividad como motor del cambio. Una emotividad que pocas industrias han sabido explotar mejor que la del cine, con su gran potencial como agente removedor de conciencias. Y así, proponemos 5 películas sobre el cambio climático que nos invitan a reflexionar. Un ejercicio en el que podemos visualizar de antemano, gracias a la ficción, algunos de los posibles efectos devastadores que puede traer consigo el calentamiento global del planeta.
1. Blade Runner. Ridley Scott, 1982.
La película de Ridley Scott no solo merece el visionado por ser una auténtica obra maestra a muchos niveles: por su fotografía y su innovadora estética futurista; por la complejidad filosófica del argumento o por la maravillosa banda sonora compuesta por Vangelis. Blade Runner nos presentaba en 1982 un futuro cercano distópico en el que la naturaleza es prácticamente inexistente, en el que se vive en una noche continua por efecto de la contaminación y los animales reales se cotizan como objetos de lujo por su extrema escasez. Una magnífica invitación a reflexionar sobre cómo se proyecta la vida en un mundo en el que la actividad humana ha terminado con los ecosistemas naturales.
2. Waterworld. Kevin Reynolds, 1995.
La película protagonizada por Kevin Costner muestra un futuro lejano, en torno al año 2500, en el que el mundo como lo conocemos ha quedado sumergido bajo el agua tras el deshielo de las masas polares durante el siglo XXI. Los personajes del film se dedican a intentar sobrevivir en un mundo inundado, en el que el agua dulce, el petróleo o la propia tierra son las materias más codiciadas. Mientras, sueñan con llegar a Dryland, un hipotético lugar desconocido en el que aún existe tierra firme.
3. The Road. John Hillcoat, 2009.
En esta cinta en la que Viggo Mortensen interpreta el papel protagonista, se nos sitúa en un mundo postapocalíptico que tiene lugar en un horizonte temporal cercano. Un panorama de pesadilla fruto de una serie de cataclismos medioambientales que han hecho descender drásticamente las temperaturas y que han diezmado a la mayor parte de la población mundial. Una de las cosas más interesantes de esta película es la propuesta que hace de un mundo cruel y descarnado, en donde la escasez ha acabado con todo resto de civilización. Un buen recordatorio de cómo los seres humanos necesitamos de la naturaleza no solo para abastecernos, sino para poder mantener nuestra humanidad.
4. Interstellar. Christopher Nolan, 2014.
Esta compleja obra de Nolan plantea un futuro, no demasiado lejano, en el que los seres humanos deben intentar abandonar el planeta Tierra, un lugar inhabitable a raíz de una climatología cada vez más abrupta y de la escasez de alimentos. Pese a que el cambio climático no se menciona como tal durante la película, las consecuencias se dejan ver a lo largo de todo el film y motivan la necesidad de que los seres humanos colonicen un nuevo planeta como última esperanza para la supervivencia de la especie. Una película que nos recuerda que los efectos del cambio climático nos afectan a toda la humanidad en conjunto.
5. Children of Men. Alfonso Cuarón, 2006.
En esta historia, el director mexicano Alfonso Cuarón nos habla de un mundo en el que la esperanza de la humanidad ante su posible extinción está prácticamente agotada tras 18 años seguidos de infertilidad. Aunque la película no esclarece el porqué de esta infertilidad y el director prefiere dejar esa reflexión para los espectadores, lo cierto es que es fácil imaginar un mundo en el que un medio ambiente enfermo desencadene tales consecuencias. Sea como fuere, lo cierto es que Children of Men puede interpretarse como una llamada a la esperanza ante las causas aparentemente perdidas. Y en este sentido, por qué no, también a seguir luchando contra las causas del cambio climático.